No existe en mi reloj el tiempo, tengo un
puñado de segundos atrincherados en tus momentos, y tú juegas a veces, a
esconderte entre las teclas de un piano, entre los ojos de la gente, entre las
palmas de mis manos.
Que, a veces, las cosas que
más se dudan, son las que más claras están.
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